Encantado, me llamo Alejandro Pérez, o Fábulo.
Si tuviera que rememorar mis orígenes en la poesía, lo más probable es que muriese de vergüenza. No tanto por lo escrito, sino por el infame ego de creerse poeta habiendo bordado no más de cinco tristes poemas.
Me confieso, mi primer maestro fue Baudelaire, aquella persona de la cual me enamoré, y los episodios depresivos que sufría de adolescente. Sí, estaba en la fase de maldito…
Como escritor, me he alimentado muchísimo del proceso catártico. De todo aquel tumulto de emociones que ronda entre las cloacas de mi mente, de mis entrañas, para formar una obra capaz de impactar al lector.
Indagar en la filosofía desvió los temas de mis textos hacia un balde repleto de ideas inconexas y sentimientos inconclusos.
Recuerdo la primera vez que armé un poemario… Contaba con unos cuarenta poemas, de los que hoy en día apenas conservo diez. Ya se sabe, según vamos mejorando, nos damos cuenta del cambio de calidad en nuestras obras.
Rumpete libros,
ne rumpant anima vestra
Aguaceros nace de un frenesí catártico, de una fugacidad emocional que acarrea ventiscas heladas y enfurece las entrañas de los volcanes. Parte desde la introspección que supone comprenderse a sí mismo cuando el reflejo se vuelve ajeno, oculto; hacia una reflexión externa, que entra en choque contra el mundo que nos rodea.
Es un poemario que ha transitado desde la era pre-covid hasta día de hoy.
Durante el confinamiento estuve largo tiempo perdido en el hastío, en el mal de amores, en la congoja del presidio autoinfligido, me sumí en la apatía diaria, ladrona del ánimo.
Como actor también fue un momento de muerte cultural (y cerebral) muy grave para los artistas.
Nada me animaba a salir de la cama. nada me inspiraba y no veía por dónde tirar. Cometí muchos errores e hice el imbécil más que de costumbre…
Fue entonces cuando decidí empezar a practicar, practicar, y practicar la métrica, y experimenté una mejora brutal en mis textos. Me nutrí tanto del renacimiento y el barroco como de las vanguardias.
Cuando ya sentí dominada la técnica, descubrí a Pessoa, y la rompí. Pero la rompí encontrando un verso libre que se alimenta de esta melodía en las palabras.
Todo aquello me llevó a la poesía que hoy porto por bandera, a este trozo de carne que muestro ser en vida, a este extraño hijo que tardó más de dos años en gestarse.
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Aguaceros fue un proyecto que nació y murió con la fugacidad propia de una mariposa. Quise sacarlo del horno sin percatarme de que me había olvidado de la levadura, como un vino que conserva el gusto áspero de la tierra por una mala fermentación.
No estaba contento con el resultado, ya te digo, más de la mitad de los poemas se han ido fuera.
Empecé a participar en muchos concursos de literatura, con el objetivo de sacarme unas perras con la poesía, y tal vez alcanzar la fortuna de ser publicado sin pagar un solo duro. Era eso o grabar vídeos en TikTok. Ruego tu comprensión.
Me alcé victorioso en algunos, mis poemas están perdidos por centros culturales y revistas de toda hispano-américa (no sabría decir donde, no lo apunté ni le presté demasiada atención), pero nada especial, Aguaceros no triunfó.
Pienso que es un poemario bastante irreverente como para entrar en las bases formales de un séquito de jueces que, en numerosas ocasiones, han escogido poemas carentes de poesía.
Abandoné el proyecto por diciembre de 2020, ya que empecé a moverme muchísimo por el mundo del audiovisual y el espectáculo. De base soy actor, quería sacar material para encandilar a un representante y vivir de mi pasión.
Entonces, contra todo pronóstico y tras largos meses sin escribir, a finales de 2021, caí enamorado del Poetry Slam:
En estos últimos meses, me he familiarizado enormemente con este universo desconocido, propio de un arte oral que nace junto al “spoken word” (es probable que tú me hayas conocido por ahí). En esencia, sería poesía escénica.
Me siento muy feliz de haber descubierto este formato y de lo mucho que he aprendido en tan poco tiempo.
Me he dado cuenta de que, desde mis inicios, he desarrollado una forma de escribir enfocada al recital, a la escena, a un estilo juglaresco que en gran medida proviene de mi amor por las artes escénicas…
Es por ello que me llamo Fábulo.
Por el arte de fabular y construir historias poéticas sobre el escenario. Porque fabula significa “obra teatral” en latín y, como tal, ante todo soy actor, juglar y trovador, quizá poeta por lo escrito o, más bien, hechicero del verso y mártir de la poesía.
¡Esta es la principal razón por la cual he decidido crear un Audiolibro autoral de todo el poemario!
Un [tic-tac] orquesta las paredes de mi cárcel.
Me fundo ante la brújula del eterno vagabundo
y confundido ante mi techo, me pregunto:
[¿Cuánto tiempo ha de durar un segundo?]
¡Hasta aquí! Este sería un breve resumen de todo el recorrido que me lleva hoy, mayo de 2022, a presentaros:
Aguaceros representa la fugacidad efímera de emociones y contratiempos que trastorna nuestro ser. Un gigantesco torrente de agua, helada o hirviendo, que no dura más de 10 segundos; similar a cuanto experimento a diario: en ocasiones rienda suelta al sentimiento, en otras, esporádicas travesías de despersonalización. Es el detonante de una guerra intrínseca que busca resquebrajar las entrañas de uno mismo hasta encontrar su verdad. Incomprensión y extrañeza frente al espejo. Incapacidad de amar(se) y errar siempre en el intento. Es una reflexión enajenada sobre los edificios que perforan el cielo. La eterna batalla de la autoestima contra el ego. Es, en definitiva, perderse, –huir del armisticio–; galopar bajo tres arcos de mármol, perseguido por cientos de preguntas sin interrogante final.
(Dan ganas de leerlo, ¿a que sí?)
Aguaceros surge de la necesidad vital de expresarme. De comunicar, de trastocar corazones, de reflexionar sobre cosas que padecemos los jóvenes, y en su totalidad, de la especie humana y su tóxica relación con las emociones.
Cada vez que escribo me reencuentro con la búsqueda constante de la inspiración. Cuando por fin logro encontrarla, me siento invadido por esta conexión con el universo poético que debo aprovechar, porque sé que es pasajera, efímera, y pronto se irá.
Creo que esta búsqueda de la inspiración es palpable en Aguaceros, reivindicativa incluso, a lo largo de sus tres arcos.
Al ente que entretiene el alma mía,
autor de mis tragedias y liturgias;
detesto tus malditas dramaturgias…
[Aquellas que se nombran poesía]
Aquí entra en juego la deconstrucción de uno mismo en sus formas de comportamiento, y más profundo aún, de ser, de existir y de las dinámicas que creamos con nuestros propios sentimientos.
El concepto de identidad.
No sé si hay más defectos o virtudes…
¿Pero puedo acaso definirme como mi propio yo y no la copia de la copia de la copia de la copia?
Esta sección es muy personal, muy juvenil. Guardo una relación muy entrañable con ella y siento que podrás identificarte con aquello que padecía al escribirla.
Dentro de nada anunciaré la salida oficial de un VIDEOPOEMA sobre este Arco, aquí tenéis el estreno.
¿No has pensado, amiga mía,
que este amor que tanto ansías
no es alcohol para el herido,
ni fervor del mar bravío,
sino cruel melancolía?
Bueno, este arco contiene los pocos poemas que tratan sobre el amor.
Después de haber retorcido suficiente mis entrañas en La Esencia, encuentro la inspiración en las nueve musas griegas, fruto del narcisismo del artista con su propio arte.
La verdad es que este arco va dedicado a un embriagante amor de cuarentena que murió sin entrar en acción.
Ella vivía en Honduras, y yo aquí, en Barcelona. Fue precioso compartir poesía con ella.
Cada musa presenta un poema inspirado en su propia identidad, sus cualidades artísticas como la danza, la tragedia, la música, o la propia inspiración poética…
¿Seré capaz de entender el amor, yo, que ni siquiera me amo a mí mismo?
Tal vez estos sean mis más bonitos poemas.
Es que quiero ser yo.
Como si tuviera que tener una juventud de ocio.
Aprender, divertirme. Para crecer…
¿Por qué?
¿Para convertirme acaso en el adulto de trabajar siempre,
vacaciones de vez en cuando,
y morir de asco siempre?
No hay duda de que Desvaríos Vacuos es mi arco favorito. No tanto porque sea el más reciente, el más vivo (que también), sino porque sus poemas se adecuan perfectamente al título del capítulo.
Son textos vomitados sobre la hoja blanca, caóticos, extraños, absurdos, ácidos, filosóficos, crueles y burdos por su realismo, por la rudeza del lenguaje, del vocabulario y el ritmo empleado.
Aquí comienzo a ordenar muchas reflexiones sobre la actualidad.
Pinto cuadros sobre la política, el cansancio, la alienación, la soledad, la pesadumbre que rodea la cultura o, incluso, la actual pandemia.
Encuentro interesante jugar con la ética y la estética de la poesía.
¿Cuánto más voy a tragarme las mentiras y el ideal de que todo esto tiene algún sentido?
Aparte de las observaciones sobre la suciedad en la que vivimos, hay unos cuantos poemas entorno al insomnio muy voraces – viscerales – que te encantarán.
¡¡¡Antes de que te vayas, me gustaría informarte de que durante esta semana voy a abrir un crowdfunding para que puedas obtener mi poemario con mejoras especiales!!!
Para participar solo entra en mi Instagram:
Ha sido un camino muy muy largo para llegar hasta aquí, pero todo parece ir viento en popa, muchas ideas se están materializando gracias a personas que, como tú, han decidido acompañarme durante todo el recorrido
Me ayudarías enormemente compartiendo este artículo en tus rrss o enviándoselo a un amigo interesado en leerme.
¡¡¡Muchísimas gracias por llegar hasta aquí!!!
¡Sígueme en Instagram para estar al tanto de todo el proceso del poemario!
Espero que hayas disfrutado de esta breve presentación, ojalá que mi proyecto te impulse a perseguir los tuyos.